Un día como hoy (¿casualmente?, San Jorge) de hace exactamente un año, estaba colgando los paneles acabados de mi Proyecto Final en las paredes de la politécnica dispuesto por fin a dar, al revés que Neil Armstrong, un paso insignificante para la humanidad pero enorme para mí: el “cambio de estado” de estudiante a arquitecto.
Un año que imaginaba tranquilo y ha resultado ser todo lo contrario, lleno de proyectos que se me han ido mezclando y alternando sin tregua hasta hoy, unos más importantes, rentables o cómodos que otros, pero todos interesantes. El verano entero trabajando en la Escuela WindSurf Área, y casi a la vez arrancando con el taller What if…? Alicante y la Plataforma Petracos. Fue también el año en el que pusimos en marcha eGruyère, donde por mi parte metí muchas inquietudes acerca del trabajo abierto que ya había apuntado en el PFC. El año, además, en el que en Oblivion’s Garden nos quedamos bajo mínimos, sin bajista, sin cantante y casi sin fuerzas, para luego encontrar una nueva voz superando todas nuestras expectativas, y pese a tener el grupo patas arriba acabar sacando 10 nuevos temas en apenas 4 meses. El año en que mi interés por la cultura abierta comenzó a verse cada vez más en este mismo blog. El año en el que arranqué (con muy poco gas pero con bastantes expectativas) con Sociarq, y que en estas últimas semanas me ha ofrecido la posibilidad de participar del nacimiento de LibreARQ, proyecto que llevamos tiempo rumiando entre varios y que espero que salga adelante con fuerza. El año en el que mi primer y pequeño proyecto de construcción ha ido creciendo desde la idea hasta la licencia de obra. El año, y lo dejaré aquí para no ser más pesado… el año en que, tras varias colaboraciones esporádicas, los de Ecosistema Urbano me han ofrecido la oportunidad de participar con ellos más de cerca en su apuesta por el diseño social urbano, el open source y la cultura abierta en general.
De modo que no sé qué parte atribuir a la casualidad del hecho de que justo un año después de acabar la carrera esté también de cambios, escribiendo esto desde mi nueva y soleada habitación junto al Manzanares, la mudanza apenas terminada, y pensando en qué hago tan lejos de la costa y en por qué no parece importarme demasiado.
Siempre he tenido ganas de conocer Madrid desde dentro, y también de escapar de Alicante a donde fuese, a cambiar de aires. Tengo que admitir que durante estos últimos dos o tres años esa situación ha ido cambiando: Alicante ha dejado de ser para mí una ciudad inerte y un completo desmán urbano para pasar a ser un espacio de oportunidad y un auténtico hervidero de actividad… además de un completo desmán urbano que sigue siendo, claro. De pronto, todo por allí se me estaba haciendo demasiado interesante como para dejarlo como si nada, así que casi tengo que agradecer que el empujón me haya llegado desde fuera, o habría echado raíces del todo antes de darme cuenta.
Espero poder aprovechar esta oportunidad para limpiar un poco la cabeza, el armario y la agenda, separarme un poco de algunos proyectos para pensar y observar cómo siguen por sí mismos, y centrarme en otros más personales que he tenido aparcados por demasiado tiempo. Por ejemplo, arrancar poco a poco con Sociarq, sacando las decenas de borradores que tengo en espera, y ponerme con este mismo blog, LaCajita, que durante estos últimos meses ha acabado de perder su sentido (que nunca estuvo muy claro) y que me pide a gritos un replanteamiento de raíz si quiero que siga aportando algo de valor.
Iluso de mí, claro. ¿Centrarme? ¿Despejarme? ¿Aparcar proyectos e ideas? ¡Vamos…! Todos los que me conocen un poco estarán riéndose de mí al otro lado de la pantalla, pero bueno, dejadme vivir al menos por un tiempo la ilusión de que cambiar de ciudad me permitirá cambiar, siquiera un poco, de vida.